lunes, 22 de febrero de 2010

Sirio 3 - Chinchiya

—...comprenderá, entonces, Capitán, que tuve que divorciarme. No es que yo hubiese dejado de amar a mi esposo, es que, sencillamente, no soporto la soledad. —Sus grandes ojos verdes se humedecieron, pero su voz no tembló.

—Pero entonces —protestó el Capitán, que en este momento lo único que quería era terminar de reclutar gente para conformar la tripulación—, ¿quién me asegura que soportará la soledad esta vez?

—Nadie. Es ese mi mayor defecto, y mi mayor virtud. Puedo relacionarme con cualquier clase de seres. —La sonrisa había vuelto a la cara de esa extraordinaria y regordeta mujer, como la de una niña a la que le han prometido ir de visita al parque de diversiones del satélite más cercano.


—Déjeme ver si le entendí, señora Marshmellow: usted no hizo uso de la ley de bigamia porque esa ley no contempla matrimonios interespecies. Su esposo... digamos... su esposo "humano", se encontraba a unos cuantos años luz y...



—Exacto. Su trabajo hace que tenga que viajar mucho, no lo veo desde hace un tiempo prolongado. De hecho, nos hemos divorciado sin volver a vernos. —Marshmellow prosiguió, como para cortar el tema: —¡Ah! No me molesta que me llame señora, pero mi título correcto es Xclic-clic Ingeniera.

—¿Cómo dice? —exclamó el Capitán Beto Proteus.

—Mi actual esposo, Xclic-clak Shhhhmmmm —dijo pronunciando el nombre con mucho cuidado—, me explicó que aquí se utiliza el título de relación y luego la profesión de la persona...

—En realidad no me interesan las costumbres elperianas —se impacientó, cortante, Proteus—. La llamaré Ingeniera Marshmellow si le parece bien, ya que lo otro me parece impronunciable.

—De acuerdo —dijo, divertida, Marshmellow, acomodándose el cabello color cobre hacia un costado.

El Capitán respiró hondo, mientras leía los antecedentes laborales de Marshmellow en su escritorio. Ya estaba harto de hacer este trabajo de relaciones humanas, pero los recursos eran escasos por la destrucción de una de las colonias a mano de los separatistas, y había que adaptarse a las circunstancias.

—¿Puede explicarme de qué manera cree que califica para el puesto de Jefa de Plantel para la terraformación de Sirio 3?

—Capitán —dijo Marshmellow con voz de maestra de niños—: en los días que vivimos mi esposo y yo en su planeta, adquirí conocimientos que para la especie humana aún son sólo sueños...

El Capitán dejó que se explayara. Al parecer Marshmellow tenía una habilidad empática innata, que se había acrecentando gracias a su reciente matrimonio con un miembro de la sociedad elperiana.

Lo primero que hacían los elperianos al conocer a otro pueblo era casarse. El casamiento consistía en convivir con un elperiano para el resto de su vida, a lo cual se comprometían bajo pena de muerte. Los primeros días los esposos se enseñaban uno a otro a cocinar sus alimentos preferidos, y luego de un tiempo no establecido, procedían al contacto sexual.

—Mi caso no fue tan particular, verá usted: los elperianos son seres muy amables (en el sentido amplio de la palabra), y tienen mucho contacto entre especies. En verdad, son irresistibles —Marshmellow se ruborizó, agarrándose las manos, sin dejar de mover los dedos.

El Capitán Proteus, a pesar de su profesionalismo, no podía evitar la curiosidad de saber cómo se llevaría esa mujer tan voluptuosa con un ser que poseía diez mil lenguas cubriéndole todo el cuerpo y cuatro delicados tentáculos en lugar de brazos. A su pregunta, Marshmellow respondió:

—Xclic-clak Shhhmmm y yo pasamos muchas horas en la intimidad. La diferencia entre nuestros cuerpos es lo que nos lleva a explorarnos y disfrutar más. También nos alimentamos de cosas distintas, y sin embargo hemos encontrado un platillo que nos gusta mucho compartir: el spie de campo (un animal del tamaño de un conejo), que se puede servir con salsa de frutillas.

—Entonces, ¿usted tendría que viajar con su esposo? —dijo el Capitán, pensando en la reacción del resto de la tripulación.

—Por supuesto —dijo Marshmellow, inmutable— si vamos a fundar una colonia, no esperará que yo no tenga a mi propia familia conmigo. Le aseguro, capitán, que será lo mejor para el éxito en Sirio 3.

Fue entonces cuando sucedió. El Capitán se sintió invadido por una sensación inexplicable de bienestar, que le recorría como haciéndole cosquillas de la cabeza a los pies. Primero tensó el cuerpo, pero bajo la dulce e hipnótica mirada verde de Xclic-clic Marshmellow, se relajó.

—Su búsqueda ha terminado, Capitán Beto —la voz de Marshmellow era cálida y segura. Ella se acomodó en el respaldo de la silla, observándolo. Proteus sintió la conexión mental entre ambos, y cómo al principio podían compartir sensaciones y sentimientos primitivos. Experimentó hacerle silenciosas preguntas que tenían inmediata respuesta en forma de idea, y ella dejó que él paseara por su cabeza, curioseándolo todo, como si estuviera caminando por una exposición artística. Todo estaba a la vista para que él lo explorara. Luego el Capitán pudo ver en su mente cómo se desarrollaría la terraformación y el posterior asentamiento de la colonia en Sirio 3: gente trabajando con entusiasmo y coordinación, formando un equipo cohesionado y alegre. Y Proteus tuvo la impresión, no, la certeza de que Marshmellow sería una excelente Jefa de Plantel.

—De acuerdo, Ingeniera Marshmellow, está contratada. Por favor presione con su pulgar aquí... —Siguieron con los formalismos—. Bienvenida a bordo.

"Casi demasiado perfecto" se dijo el Capitán Proteus, estrechándole la mano.

Y contempló a la nueva Jefa de Plantel retirarse, mientras se rascaba una oreja.

Nota: Se lee mejor escuchando a los Chemical Brothers


(publicado previamente en Axxon: http://axxon.com.ar/rev/158/c-158cuento13.htm#8)