miércoles, 27 de julio de 2011

Lamiendo las heridas

Ella estaba despierta en la oscuridad, atenta al sonido de la respiración de su hija dormida.

El dolor de sus heridas no dejaba descansar a su cuerpo y la tristeza no le permitía dormir. No dejaba de preguntarse por que todo era tan difícil para ella. Las heridas de su piel aun sangraban (la última batalla para defender su vida y la de su pequeña había sido feroz) pero iban a cicatrizar, como siempre, aunque las que llevaba en el alma…esas eran las que nunca terminaban de cerrarse por que las causaban la soledad, las mentiras, las traiciones y los prejuicios.

Le dolía ese mundo que la rodeaba, la acosaba para cambiar su salvaje naturaleza y convertirla en una hembra complaciente y mansa. No comprendían que ella era una pantera libre, que no necesitaba un amo, que no quería ser alimentada o protegida, mucho menos dominada.

Ella sólo necesitaba un compañero, alguien con quien disfrutar del sol, la lluvia y la vida, que la amara y respetara como era, sin condiciones, deberes o promesas, libremente.

Tiempo atrás intentó cambiar, ser como las otras, conformarse con ser elegida por un macho y quedarse con él, siendo una hembra bonita, casi sumisa, permitiendo que la alimentara y dominara; tanto lo intentó que hasta le dio una hija creyendo que por fin todo saldría bien, pero cuando quiso volver a correr, alimentarse por si misma y esperar la noche en soledad, él se molestó y comenzó a agredirla y cuando él comenzó a educar a su hija para que fuera como las demás algo cambió en su interior, estando atrapada recordó quien había sido, tantos años antes, una cría pequeña y abandonada por su madre, sola en un mundo hostil, sin lugar para los débiles. Entonces ella había salvaje, más que cualquier otra, aprendiendo a defenderse, disfrutando esa sensación de poder que le provocaba vagar sola por la noche, sin rumbo ni ataduras, una hembra totalmente libre, orgullosa y peligrosa. Quería volver a sentirse así, probar que aun era joven y que podía criar sola a su hija sin la protección de nadie.

La pantera nunca imaginó que sería tan difícil, que para recobrar su libertad debería luchar casi diariamente con el padre de su hija, que él no iba a liberarla sin dar pelea, pero nunca dejaba de luchar, nunca se daba por vencida y siempre lograba retomar su solitario camino.

Muchos la cortejaron pero ella los alejaba fácilmente, sin violencia, solo burlándolos, hasta que se cruzó con ese hombre que era más animal que ella misma y más humano que los otros humanos.

Ese loco, como lo llamaban, porque no seguía costumbres ni reglas, un hombre con la nobleza de un animal solitario, tan parecido a ella y tan distinto a la vez. Al principio quiso asustarlo, pero no lo consiguió, después intentó desgarrarlo hasta matarlo pero no pudo hacerlo porque él tenía un alma tan salvaje y solitaria como la de ella, en ese momento, otros hombres atemorizados por que no entendían las conductas de él y comprendían demasiado bien los instintos asesinos de ella, intentaron matarlos y casi lo consiguen, aunque lo único que lograron fue separarlos por un tiempo.

El loco volvió a buscarla y entonces, en contra de su naturaleza y sus miedos, le permitió acercarse, acariciarla, jugar con ella y su hija hasta que sintió que sólo él podía ser su dueño, pero cuando estuvo lista para acompañarlo y echarse a sus pies para disfrutar sus caricias como una pequeña gata casera, él despareció, robándole el corazón, dejándola más sola que nunca por que ahora sabía lo que era el amor.

Sintió tanto miedo de qué los demás hombres hubieran encerrado nuevamente al loco, como encerraban a todo lo que les daba temor que quiso ir buscarlo ¿pero dónde? Así que esperó hasta que el loco volvió. Solo para decirle que ya no podría estar con ella, protegerla ni amarla.

La pantera se sintió herida, sintió como su corazón se helaba, su alma moría y quiso matarlo, arrancarle el corazón, pero comprendió que aunque lo hiciera, no podría arrancarlo de su vida porque lo amaba inolvidable y dolorosamente, así que lo dejó partir y se quedó con ese enorme vacío que no le permitía dormir.

En el loco pensaba la pantera, acurrucada en la oscuridad de su cueva, lamiendo sus heridas, sin saber que era lo que más temía: si que el loco volviera para dejarla sola nuevamente o que no volviera nunca; sin embargo, su recuerdo ayudaría a cicatrizar las heridas de su alma y el tiempo curaría las de su piel, hasta que tuviera el suficiente valor para dejar su guarida, salir a la vida y enseñarle a su hija que el amor es doloroso y puede abandonarte pero que es mejor ser herido por amor a no conocerlo por temor a luchar por él y por ser libre.

martes, 26 de julio de 2011

Fuego y agua

Gala volaba veloz detrás de una mariposa; era un hada joven y rebelde a quien le encantaban los animales pequeños y volaba tan rápido que dejaba un haz de chispas doradas detrás de ella. Era el hada más hermosa del Clan de Fuego y además era su Princesa Real. Sin darse cuenta traspasó los confines del territorio de su Reino, tan concentrada estaba en alcanzar a la mariposa.
Al sentir mucho frío y esconderse la luz del sol entendió que estaba en el Antiguo Pantano, un terreno muy peligroso para cualquier criatura, mágica o no. Allí habitaban las peores animales y los Duendes Oscuros, que secuestraban a las Hadas y los Elfos de cualquier clan de los Cuatro Elementos para quitarles la magia.
Enseguida emprendió el vuelo de regreso, pero la oscuridad era demasiada y de pronto una red maloliente la atrapó y horrible carcajada de un Duende Oscuro que gritaba:
-¡La agarré, tengo un hadita de Fuego! voy a hacerme una gran linterna con su luz y un banquete con sus alas-
Gala nunca sintió tanto miedo como en ese momento, cerró los ojos, pensando en la tremenda muerte que la esperaba, cuando oyó un tremendo aullido y sintió como caía al piso.
Abrió los ojos y vió al Duende Oscuro convertido en una estatua de hielo sólido y a un bello Elfo de Agua que congelaba a otros duendes con flechas de Hielo mientras la tomaba de las manos y le gritaba:
-¡Vamos, hay que irnos rápido!- y empezaba a correr.
Ella apenas podía mover sus piernas, pero desplegó sus alas y sin soltar el Elfo se elevó un poco, pero no podía con el peso de los dos. Entonces, él sacó una cuerda de su cinturón y comenzó a lanzarla hacia delante, enganchándola en una y otra rama y así, volando juntos, salieron del Pantano y llegaron al Bosque del Clan de Fuego.
Agotados, cayeron al suelo y recién allí Gala pudo mirar a Evián, el Elfo de Agua y le dijo:
-Muchas gracias, salvaste mi vida-
Evián miró los ojos oscuros de Gala con su transparente mirada azul y sonrió mientras decía:
-No podía dejar que un duende tan feo atrapara una criatura tan linda-
Gala sintió que se ponía roja como una manzana y su corazón latía más fuerte que nunca. Le preguntó al Elfo:
-¿Cómo te llamás?-
-Evián y como ves, soy un Elfo de Agua. Ni siquiera deberías hablarme-
Gala se rio y dijo:
-Lo se, pero tengo problemas para obedecer reglas-
-Y asi, los Duendes Oscuros atrapan Elfos y Hadas-
Y los dos rieron juntos, cuando Gala se dio cuenta de que debía irse.
-Me voy. Gracias de nuevo-
Evián la tomó de la mano
-Gala, sé que nuestros clanes son enemigos desde la última Gran Guerra, pero quiero volver a verte-
Gala volvió a reír
-Yo también y la Guerra fue hace demasiado tiempo. Mañana, aquí mismo, antes de la salida del sol. ¿Si?-
-¡Claro que sí!- dijo Evián, sintiéndose el elfo más feliz del Universo.
Al día siguiente Gala y Evián volvieron a encontrarse. Ella le contó cosas de su Clan, de cómo la presionaban para que se comportara como debía hacerlo la Princesa de las Hadas de Fuego y Evián le habló sobre su entrenamiento como elfo guerrero y su curiosidad por saber la razón por la que no se unían los Cuatro Clanes deLos Elementos para luchar contra la Oscuridad.
Pasaron varios días viéndose en secreto, hasta ninguno de los dos pudo negar que estaban enamorados y que eso, pese a ser maravilloso, era un gran problema por que luego de la Gran Guerra de los Cuatro Elemento, los Clanes perdieron contacto entre sí, volviéndose enemigos y jamás volvieron a unirse. Sin embargo, Evián no solo era un guerrero, también era un excelente estratega y entendía que sí los pueblos se unían sería más fácil vencer a las Criaturas de la Oscuridad, que cada día secuestraban Seres Mágicos de todos los Clanes y se iban haciendo más fuertes.
De todo esto hablaba con Gala, además de proyectar una vida juntos que no creían que les fuera permitida.
Una mañana Gala no llegó a la cita y Evián se preocupó tanto que se arriesgó a penetrar los terrenos de Fuego para saber algo de ella.
No tuvo que andar demasiado cuando vio a varios Seres de Fuego llorando y hablando de Gala y la terrible invasión que había sucedido la noche anterior, cuando varias Criaturas Oscuras los habían sorprendido en la noche, matando a muchos y llevándose a la Princesa de Fuego.
Enseguida corrió furiosos hacia el Antiguo Pantano y vio a las horribles criaturas festejando el secuestro de Gala.
Evián estuvo a punto de atacarlos pero entendió que solo lograría que lo mataran y no podría salvar a su Hada, asi que corrió a su propio Reino del Lago y buscó a los Elfos, Hadas y Magos más valientes y hábiles les contó lo sucedido en el Bosque de Fuego.
El más anciano de los Magos de Agua lo escuchó y luego
de meditar un tiempo dijo:
-Recuerdo la última Guerra de los Cuatro Elementos, aunque sinceramente ya no recuerdo el motivo. Creo que Evián tiene razón y es nuestro deber ayudar al Clan de Fuego, además de pedir la colaboración de los Clanes de Tierra y Aire-
Casi todos los demás seres mágicos estuvieron de acuerdo, así, una parte del Clan de Agua marchó hacia el Bosque de Fuego con un estandarte de paz.
El Pueblo de Fuego había sido tan diezmado que quedaban pocos guerreros y aunque el Rey había muerto la noche anterior la Reina, madre de Gala, recibió al Mago Anciano, aceptando su oferta de ayuda e inmediatamente dos mensajeros de Fuego y Agua viajaron a los territorios de Aire y Tierra para pedir más ayuda y recomenzar la Unión.
Fueron recibidos con recelo y aunque no todos prestaron su ayuda, muchos, conmovidos por la desgracia sucedida al pueblo de Gala, pidieron permiso a sus reyes para colaborar en la lucha contra los Oscuros, sabiendo que eran una amenaza también para ellos mismos. Esa misma noche, un ejército formado por elfos, hadas, duendes, enanos y guerreros de todas las razas, marchó hacia el Antiguo Pantano, pero no pudieron sorprenderlos. Las alimañas nocturnas habían advertido a los Seres Oscuros y los habían ayudado a prepararse para la batalla, pero aún con toda la magia robada tantas criaturas, fueron capaces de resistir el poder de Luz de los 4 Clanes unidos.
Evián mató a miles de ellos, enfurecido y desesperado por encontrar a Gala, finalmente, vio a varios duendes y lobos custodiando un pozo y a pesar del hedor a suciedad y sangre, reconoció el perfume a jazmines del pelo de ella y con la ayuda de enanos y hadas los venció, abrió el pozo y guiado por la luz de un hada de Fuego, bajó incontables escalones hasta encontrarla casi muerta en el fondo.
La tomó en brazos, sin sentir dolor o cansancio y llegó a la salida del pozo cuando los primeros rayos de sol asomaban. Ni siquiera tenía conciencia de haber luchado toda la noche y fue imposible saber cuántos seres de uno y otro bando habían muerto.
Al verlo salir, el Anciano Mago de Agua y la Reina de Fuego corrieron hacia él. Recostaron a Gala, el anciano sacó una pequeña botella azul de su bolsa y le dio de beber , ella al fin abrió sus ojos y gritó de terror. Sus últimos recuerdos eran los Duendes Oscuros entrando en su reino y matando a su padre para llevársela.
Solo al ver el rostro de su madre y Evián se calmó y lloro lagrimas agridulces....
Pasado un tiempo los Clanes reconstruyeron el Reino de Fuego y concretaron una paz que aún perdura y aunque los humanos no sepamos donde está exactamente el Reino Mágico de los 4 Elementos, algunos creen en la Magia y a veces, hasta pueden ver a los descendientes de Gala y Evián, que continuaron eternamente vivos y juntos.

De luz y de sombras

El amor era la tinta que le daba forma. Así era ella, como un dibujo, sentía que existía solo cuando estaba enamorada. Cuando las palabras dulces del hombre que amaba le llenaban el alma y formaban los trazos que la definían. ¡Se había enamorado tantas veces! Y entre una amor y otro siempre tenía esa sensación de no-ser, de estar pero no existir, respirar pero no vivir. Cada vez que el amor se alejaba ella se desvanecía como un dibujo hecho de humo.
Ahora se sentía así, su último amor, el que aún sentía dentro de su alma, se alejaba de a poco y luego volvía a acercarse, en un devaneo que para ella era una especie de agonía
Nunca moría del todo pero tampoco vivía y ella se iba desdibujando de a ratos, convirtiéndose en la sombra de lo que había sido cuando el amor comenzó como una fiesta de fuegos artificiales de mil colores cuando él estaba cerca ¡pero ahora estaba tan cansada¡ El amor era un maravilloso sentimiento pero…!dolía tanto ¡
Entonces empezó a conocer realmente a la soledad, ese lugar oscuro que parece devorar todos los sonidos, las risas y las caricias para dejar frio y dolor. Misteriosamente , la soledad también le daba forma, una forma diferente, oscura, sin colores pero nítida.
Si el amor la transformaba en un dibujo de colores y luces, la soledad la convertía en una fotografía en blanco y negro con algunos grises, triste y estática, casi igual a las fotos de los muertos.
No le gustaba ese ser en que la soledad la convertía, nunca le había permitido definirla, temía que, sin darse cuenta la oscuridad se adueñara de su esencia, sin embargo, ahora, con el corazón roto en mil pedazos por la pérdida irremediable de su amor, con el alma en agonía, con la angustia y la melancolía por los besos que ya nunca disfrutaría dejó que la soledad tomara el mando y que la tristeza la invadiera totalmente.
Perdió las esperanzas, nunca más iba a permitirle al amor pintarla de colores (el amor no era confiable, siempre terminaba desgarrándola). Al menos en el soledad encontraría algo de paz y la tristeza sería una compañera fiel que esperaría junto a ella a quien nunca falta a la cita.
En la soledad podía esperar confiadamente a la muerte que tarde o temprano vendría a buscarla y que cuando llegara no habría para otros momentos tristes, dolor o lagrimas inútiles .
La muerte se la llevaría sin escándalos, envolviéndola suavemente en velos de gasa gris, blanca y negra, casi silenciosamente por que la muerte estaba tan sola como ella misma.

domingo, 15 de mayo de 2011

Las vidas de Lucía - Chinchiya

Lucía I

Lucía, de 15 años, vive con su familia.

Todos los días, al salir el sol, toma un desayuno de leche y pan. Luego camina hasta el campo donde le toca trabajar ese día, con sus padres y sus hermanos mayores. Sus ásperas manos están acostumbradas a las herramientas de campo y al trabajo en la tierra. No sabe leer; nunca le hará falta.

En invierno el sol del mediodía es una bendición; en verano muchas veces sufre de mareos por el calor.

El único día que rompe su rutina es el domingo. Se arma la feria en el pueblo y todos se encuentran allí; la tarde termina con un baile donde todos los jóvenes y viejos participan.

Le gusta cantar mientras trabaja; sueña con un día en que ese muchacho que ve los domingos se anime a proponerle casamiento; ya está en edad de ser madre.


Lucía II

Lucía, de 15 años, vive con su familia.

Todos los días, bien temprano, se levanta y va hasta la parada del micro. El timbre de la escuela suena a las 7:30hs, y allí está Lucía sentada, esperando su primera clase con cierto aburrimiento. La mañana pasa, con algunos recreos para cortar el sueño. Le gusta estudiar geografía, pero no se lo dice a nadie para que no le digan que es “traga”.

A la tarde se junta con sus amigos. En invierno la mayor parte del tiempo ven tele y charlan, pero cuando hace un poco más de calor salen a la plaza a tomar mate.

No se lleva bien con su padre y su madre; siempre quieren que estudie más, a pesar de que ella nunca repitió un año. No entienden nada de lo que le pasa.

La mayor parte del tiempo trata de pasarlo con su mejor amiga, aunque a su mamá y a su papá no les agrada mucho. Ella siente que la quiere mucho a Catalina y no quiere estar con nadie más; hace poco estuvieron dándose piquitos, cosa que le gustó mucho pero la dejo pensando. No sabe que es lo que pasa.

No tiene idea si cuando termine el secundario seguirá una carrera o buscará trabajo; todavía falta mucho para eso.



Lucía III

Lucía, de 15 años, vive con su familia.

Los días de sol, ni bien termina de amamantar, deja a sus dos niños con las ancianas y sale a cazar con sus hermanas. A mediodía, si tuvieron suerte, vuelven a cocinar; si no, recolectan algunos frutos para no pasar hambre. Los hombres de la tribu se han alejado en busca de nuevas tierras donde establecerse en invierno. Los niños mayores son los encargados de buscar leña.

Los días de lluvia se queda en la cueva de la tribu y se dedica sus niños y a hacer cestas. También a afilar sus armas y cortar pieles para hacer ropa.

Por la noche cuentan historias cerca de la hoguera. Lucía añora a su compañero, pero trata de no pensar mucho en eso; sólo el gran espíritu sabe si volverá o no.

Ha encontrado en el bosque unos cachorros de lobo. Los ha llevado a la cueva para que jueguen con los niños y piensa que, cuando crezcan, cazarán juntos.


Lucía IV

Lucía, de 15 años, vive con su familia.

A la mañana cuida a sus hermanos más chiquitos, mientras los del medio se van a vender encendedores y medias al centro de la ciudad. A la tarde los deja con la tía y se va a su trabajo: cuida unos chicos que viven en un departamento del centro. Los lleva a la plaza, les da la leche a la tarde y cuando llegan los padres ella se va a su casa.

Antes de llegar a su casa, se ve a escondidas con su novio. Él es bueno, pero no le gustan los amigos con los que se junta; andan en algo raro.

Su madre siempre llega muy cansada de limpiar casas. Su padre no está nunca, y ella lo prefiere así, ya que siempre se pelean.

Está preocupada porque tiene un atraso... y si estuviera embarazada todo cambiaría; no sabe si quiere tener un bebé todavía.


Lucía V

Lucía, de 15 años, vive con su familia.

Se levanta cuando suena el despertador, casi a mediodía, y va a desayunar con su padre y su compañero. Luego se conecta a su computadora, baja los deberes de la escuela virtual y comienza a hacerlos antes de la hora de conexión en video.

Discuten en el aula virtual sobre historia del siglo XXI, sobre astronomía o sobre lo que toque ese día. La profesora hoy se ha pintado el pelo de azul y sus ojos parecen como de mosca. Para no ser menos, ella con un click se pinta la piel a rayas amarillas y negras, y se pone alas de avispa. Sus amigos le dan puntos de popularidad por su aspecto.

A la tarde se junta con otros jugadores en una sala sensorama de Guerra Galactica contra Cylones 4D, y Lucía comanda un escuadrón de naves cazas Vipers.

Cena sola en su cuarto, cuyas paredes son pantallas donde se encuentran sus amigxs, y juntos escuchan música y charlan a veces hasta el amanecer. Otras veces se comunica por privado con alguna chica o algún chico por privado y se encuentran.


Lucía VI

Lucía, de 15 años, vive con su familia.

Se casó hace poco menos de un año con un comerciante rico de 40 años. Él está todo el día en el negocio y Lucía haciendo las tareas de la casa. A él le gusta la comida bien servida y un hogar impecable; Lucía se esfuerza por complacerlo y estar siempre bien dispuesta a lo que él necesite.

Acaba de tener su primer bebé. Su madre viaja y se instala en la casa con ellos unas semanas; duerme en el cuartito del fondo de la casa para no molestar a su esposo. Se quedará hasta que ella se reponga y pueda retomar sus tareas con esta nueva responsabilidad que es criar su primer hijo. Su madre le cuenta historias de cuando ella, la menor de doce hermanos, nació. No todos sobrevivieron, y ella estuvo a punto de morir varias veces, pero ahora dice, mirando a su nieto, que vale la pena.

Lucía se pregunta si sobrevivirá a tantos partos como su madre. Ojalá sea fuerte y pueda darle muchos hijos a su esposo.


Lucia VII

Lucía, de 15 años, vive con su familia.

Se mira al espejo y no se ve Lucía. Su familia siempre le dijo “Pepo”, y en su DNI aparece un nombre por el cual solo en la escuela le decían, pero ella se siente Lucia.

Hace ya mucho tiempo que ve que le pasa algo a su cuerpo, y no le gusta. El cuerpo que ella quiere no sabe como darle forma.

Su familia trata de no hablar del tema, no se meten mucho en sus cosas. Sale con sus amigas a comprarse ropa ya que es mas fácil que ir sola, porque sino no la dejan entrar a negocios de chicas.

Esta pensando en ir a un médico para saber que puede hacer para verse como ella se siente, Lucía.




(Publicado hoy en: http://lilith-cyborg.blogspot.com/2011/05/las-vidas-de-lucia-cuentos.html)